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Las Montañas Amazighs

Jbel Azourqui

Si aún queda algún territorio virgen y verdaderamente auténtico en Marruecos, que mantiene costumbres ancestrales y milenarias dentro de un país irremediablemente abocado al turismo y abriéndose al capitalismo occidental, ese es sin duda alguna, La Cordillera del Atlas marroquí. Las montañas bereberes o como a sus habitantes les gusta llamar, Las Montañas Amazighs.

Un viaje en moto recorriendo la cordillera del Gran Atlas y accediendo a ella desde los más enigmáticos parques naturales del país vecino. El parque nacional de Ifrane y sus extensos bosques de cedros, el parque nacional de Tazekka y los fríos altiplanos. En rara ocasión circulé por debajo de los 1500 metros de altitud. Más de 2000km entre pistas y pequeñas carreteras que no aparecen en ningún mapa.

Cerca de 1000kms conduciendo bajo una lluvia intensa a veces torrencial, agua, barro, piedras, grandes praderas y un sin fin de experiencias que me traigo en la mochila, para mi, para siempre.

Algunos datos:

Ascenso total acumulado positivo 25,991 metros.

Altura máxima de circulación: 2635m, a las faldas del Gran M’Gum (4071msnm) y el Jbel Azourqui. (3677msnm)

El objetivo y fin del viaje ha sido llegar hasta uno de los valles más remotos y de más difícil acceso de toda la cordillera del Gran Atlas.  Allí he encontrado  una pequeña organización española, Acción Geoda, (http://www.acciongeoda.org/index.php/es) que trabaja en un proyecto de desarrollo integral junto a una asociación local que está ayudando a que sus habitantes lleven una vida digna. He asistido al nacimiento del agua potable en la aldea de Azzarzane, ahora las mujeres y niñas de esta aldea del Alto Atlas no tendrán que acarrear kilómetros cargadas de pesadas garrafas de agua extraída de lejanas fuentes, a veces, aguas infectadas que ocasionan multitud de enfermedades entre los más jóvenes, todo gracias al trabajo que los chicos de Acción Geoda  y su contraparte bereber realizan en el Valle de Tassaouts.

Por momoenmoto.

La cordillera del Atlas se extiende del noroeste a sureste de Marruecos. Más de 2000 kilómetros que engloban las cumbres más altas del norte de África. Es un paisaje profundamente erosionado, su clima es árido y sus grandes cañones a veces superan los 700 metros de desnivel. Paisaje de gran contraste, la vertiente atlántica es  mucho más verde y vegetativa y la vertiente sur, que llega a las grandes llanuras saharianas, mucho más árida.

Su población es berebere, un pueblo milenario, sus orígenes no están claros. Pueblan  el norte de África desde Egipto al Atlántico desde hace 3000 años. Eran bereberes romanizados y en gran parte cristianizados. Durante la conquista de los árabes en el siglo VII D.C Son expulsados hasta la cordillera del Atlas y las zonas saharianas donde hoy permanecen.

Su lengua de origen camita y llamada Zamazight, cuenta con más de 300 dialectos, entre ellos el Guanche canario, hoy desaparecido y poseen su propio sistema de escritura, “líbico-berebere”.

Son conocidos popularmente como bereberes pero en realidad son Amezigh, bereber es un término despectivo que significa bárbaro,  ya lo  utilizaban los latinos heredado de los griegos y utilizado igualmente por los romanos.

La población Amazigh fue sometida por la dinastía marroquí de los Almohades en el siglo XII y aún siguen bajo esa influencia marroquí. No han tenido y parece que nunca tendrán representación legal.

Su economía se basa en el pastoreo y la agricultura, aunque últimamente esta forma de vida se está viendo mutada por la cada vez más influencia del turismo en los valles y montañas.

Son amantes de la naturaleza y respetan profundamente el cielo, las estrellas, el sol, el agua y los animales.

Se rigen por el patriarcado pero la mujer es la base de la unidad familiar.

En ruta hacia las montañas amazighs.

El Marruecos que conocí en la década de los 90 ya no existe, pasar la frontera con la moto ahora es más sencillo, la policía de aduanas se muestra más sensible con los turistas pero igual de despiadada con sus congéneres. En las zonas turísticas y en sus accesos crecen las infraestructuras. Recientemente se ha inaugurado una autopista de peaje que comunica todo el país por el norte desde Rabat a Oujda. En la zona atlántica proliferan los hoteles de lujo y los centros comerciales, estos ya están por todas partes. Pueblos que antes solo eran lugares de paso ahora están bien asfaltados, cuentan con relucientes aceras y bulevares por donde pasean las clases más burguesas. Desgraciadamente estos adelantos socio económicos sólo se dan en algunas zonas, otras como los valles de Atlas siguen abandonadas a su suerte, es cierto que se han asfaltado algunas pistas y que la luz llega a algunas aldeas, maquillaje de muñecas para ojos poco sensibles. Las necesidades básicas, luz, agua y sanidad son una quimera en muchos de estos valles, mientras se invierte en autopistas de peaje para hacer más cómodo el acceso de turistas a los valles, sus habitantes se consumen en su propia existencia.

Conduzco los 550 kilómetros que separan la frontera, del Parque Nacional de Ifran pensando en todo esto, me parece increíble lo rápido que van por esta zona las cosas.

Los bosques de cedros son un paraíso natural, conduzco por pistas de tierra kilómetros y más kilómetros rodeado de estos milenarios árboles, algunos superan los 30 metros de altura y la belleza del paisaje es brutal. Me detengo junto a uno de estos cedros a contemplar el panorama, las ardillas y los monos campan a sus anchas y no tienen pudor en acercarse al viajero buscando su trofeo.

Atravieso el parque nacional de Ifran y visito el nacimiento del Oum R’bia. Las lluvias torrenciales han borrado literalmente la pista del mapa y tengo que buscar otras vías de paso para seguir con mi camino, esto es la tónica general en la montaña.

Accedo al Alto Atlas vía Beni Mellal, me llama mucho la atención comprobar la cantidad de coches con matrícula de Murcia que veo por la carretera, Beni Mellal es la huerta de Marruecos y sus habitantes emigran a trabajar a la huerta de Europa.

El Alto Atlas.

Azilal en plena montaña amazigh, es punto de partida de números rutas que se adentran en las montañas y valles más profundos e inaccesibles del Alto Atlas. Aquí puedes conseguir cualquier cosa que necesites. Se ve un contraste claro entre las tradiciones y la modernidad. Me detengo a tomar un té en uno de los bares que hay junto a la carretera y observo a mujeres cubiertas con sus trajes tradicionales y estudiantes que parecen maniquíes del Berska. En la mesa de al lado unos hombres vestidos con chilaba ojean algo en una tablet. En la carretera se mezclan sin control alguno, nuevos todoterreno con burros, peatones y gente en bicicleta.

Unos kilómetros más adelante veo una multitud en medio de la carretera, detengo la moto y observo que se trata de una manifestación, reivindican la situación de los profesores diplomados, parece que la educación en el Atlas padece los mismos problemas que en España. Me explican que el gobierno no atiende a sus razones y que la situación es ya insostenible. Como en España.

A unos 90 kilómetros de Azilal me encuentro con Damnate, se parece a la primera, sus calles están muy animadas, la gente va y viene  sin control, el mercado de frutas y verduras se convierte en un laberinto de puestos de todo tipo, hasta aquí vienen los habitantes de los valles y aldeas cercanas y muy lejanas para adquirir alimentos que ellos por si mismos no pueden cosechar, buscan zanahorias, menta y otros productos.

Desde Damnate se accede a los Valles de Bou Goumez y Tassaout. En 2008 se asfaltó la pista que unía esta localidad con Ouarzazate y esto ha mejorado la comunicación con estos valles aislados durante siglos.

Llevo conduciendo todo el día por carreteras y pistas de alta montaña, algunas en condiciones aceptables para estos lugares, otras están tan deterioradas a causa de las lluvias torrenciales que provocan desprendimientos, preferiría que fuesen solo de tierra. El aceite que sueltan los viejos camiones y furgonetas se pega al asfalto y la película de barro cuando no charcos y agujeros aconsejan que la conducción sea prudente cuanto menos.  Así es la carretera que une Damnate con Ouarzazate.

El Valle de Tassaout.

En el año 1030 un ejército arábigo-bereber parte de Senegal con la intención de islamizar la zona, son reclutados miles de nómadas que habitaban en la serranía de Ronda,  en  Málaga, Córdoba y Sevilla, una vez en el Atlas se convierten en desertores y se instalan en la zonas más altas de las montañas. Pasado un tiempo se desplazan buscando un clima más benigno y se instalan junto al cauce de un rio, y su valle, el río Tassaout.

He recorrido 1300 kilómetros en moto bajo una asquerosa lluvia  para llegar a este valle, impresiona saber que una tribu que lleva aquí 1000 años pueda tener orígenes españoles, desde luego si sus ancestros habitaron y nacieron en Andalucía, nuestras realidades poco tienen que ver  ahora.

Los Tassaouts son un pueblo oprimido  dentro de su propio país, han sido repudiados por sus iguales por el hecho de ser distintos, utilizan su propio dialecto, no hablan el árabe ni mucho menos francés, son autosuficientes y han vivido según sus creencias, costumbres y tradiciones. Su aislamiento geográfico y social ha provocado una situación límite.

Accedo al valle por un camino de tierra, el estado del  mismo es pésimo, además el rio estos días ha arrasado  la pista y se han quedado incomunicadas la mayoría de aldeas en el valle. Ellos mismos con legones y palas arreglarán la pista para poder pasar, como siempre.

La mayoría de aldeas del valle carecen de los servicios mínimos, no hay  luz ni agua potable y el frío con las nevadas invernales se hace insoportable.

En invierno los hombres se marchan a ciudades de la costa para  trabajar como albañiles o en la hostelería, jornadas que nunca acaban por dinero que nunca llega, quedando las mujeres al cuidado de los más pequeños y los ancianos. La mayoría son niños que vagan alegremente por las huertas junto al río o en cualquier  callejuela. A pesar de todo ello no son pobres, no les falta la comida ni la ropa, ni el cariño de sus familiares, es más, en ese aspecto y a pesar de tantas carencias son muy ricos en un plano esencial, su sonrisa siempre perenne, su alegría y su vitalidad rara vez la encontramos en nuestra tecnocrática sociedad. Les falta quizás todo lo demás, o no.

La primera aldea que me encuentro es Ibrane, un poco después llego a Ifolou, unos kilómetros más allá nos encontramos con Azarzane. En estas tres aldeas es donde Acción Geoda ha comenzado su plan de desarrollo en el valle de Tassaout. Estas aldeas se levantaron en la ladera de la montaña como todas las que pertenecen al valle. El rio Tassaout se abre paso entre eacarpadas montañas. Las casas se construyen  con adobe, tierra y piedras que extraen de la misma montaña, las aldeas se mimetizan con su entorno hasta el punto de parecer invisibles. No existe el asfalto ni el hormigón, sus calles son de tierra. Las mujeres y niñas se encargan de lavar la ropa en el rio, recolectar los frutos de la huerta y el mantenimiento de las casas y los niños. Hasta este mismo día que soy testigo del nacimiento del agua potable en Azzarzane, niñas y mujeres caminan largas distancias para buscar agua con la que cocinar. Veo niñas que no superan los 5 años acarreando con pesadas garrafas llenas de agua. Parece increíble, cargan con más peso que el suyo propio.

Este valle parece anclado en el tiempo, el reloj se detuvo al principio de los recuerdos.

La compañía eléctrica realizó la infraestrutura necesaria para dotar de electricidad al valle pero dio en quiebras y se marchó sin más. Las autoridades y el gobierno se lavan las manos y los habitantes como siempre y como nunca  pagan las consecuencias.

Gracias a Acción Geoda y su  Proyecto Tassaout se ha conseguido llevar agua potable a la aldea de azarzam y pronto las obras comenzarán en Ibrane e Ifolou, en ésta última construyeron una casa comunal donde desde hace tres años tienen escolarizados a los más pequeños y este año han comenzado con las clases de alfabetización de las mujeres del valle. El tiempo que empleaban en andar largas distancias en busca de agua o leña  ahora lo emplean en la escuela, aprenden árabe y francés básico, sin duda muy necesario para integrarse dentro de su propio país, con aquellos que les repudian por ser quienes son.

En la Gite’dtape de Ifolou que regenta magistralmente bien Hanini me encuentro con Jesús, María, Abdulah y Reduan, forman parte de Acción Geoda y me cuenta cual es la situación en el valle, me explica la ardua labor que allí desarrollan y la manera más efectiva de que el valle y sus habitantes prosperen. Verdaderamente lo que ha conseguido esta pequeña ONG en los cinco años que llevan en el valle es asombroso. Dos escuelas, la extracción, canalización y dotación de agua potable en los hogares de Azzarzane, dispensario médico, talleres de todo tipo y la reciente creación de Trekkings solidarios que ayudaran  y generarán riqueza entre la población local, ya que son ellos mismos los que prestan los servicios integrales. Sin duda la mejor manera de involucrar a todos los pobladores del valle.

Jesús es presidente de aG,  le brillan los ojos cuando habla de la gente del valle, ha conseguido unos días libres en su trabajo y se ha venido junto a María (responsable del proyecto agua) al Tessaout para instalar una bomba de agua, echa de menos a su hija y su mujer que se han quedado en Madrid, ellas también son socias de aG y conocen el valle. Aquí todo el mundo los quiere mucho, son conocidos y respetados, la población local los trata como a los suyos, en realidad lo son. Los he visto remangarse y ponerse el mono de faena, codo con codo con los amazings, reunirse con los ciudadanos de Ibrane para coordinar el comienzo de las obras. Entristecerse cuando el generador falló. Jugar y reírse con los niños y enseñarme con orgullo la casa comunal, las escuelas y el resto de proyectos en los que andan metidos.

Cuando ves de primera mano la pasión y el sentimiento que esta gente pone desinteresadamente por aportar su granito de arena para conseguir un mundo mejor, no puedo más que sentir gratitud y agradecimiento por estas personas.

En la Gite d’tape de Hanini se puede degustar unos fantásticos tajín de cordero, pero el de huevo es espectacular, aquí me he sentido como en casa y yo a casa siempre vuelvo.

Por la mañana nos levantamos en Ifolou con el sol, desayunamos y nos despedimos, los chicos de aG se marchan para Azzarzane para seguir trabajando y yo he de emprender el viaje de vuelta. Cargo mi escueto equipaje en la moto, antes reviso el aceite y engraso la cadena. Hanini me despide con un abrazo y cuatro besos, dice que me despide como a un amazigh, yo por segunda vez en este viaje me marcho entre lágrimas.

La gasolina es de pésima calidad, es extraño, nunca antes había tenido tantos problemas con el carburante, este año la cosecha no ha sido buena. Tengo que repostar en casas particulares que la venden en garrafas al doble de precio que en las gasolineras, es el precio que hay que pagar por traerla a estos remotos lugares. Cada vez que lleno el depósito me entra dolor de estómago.

 

Valle de BouGuemez

En este valle se respira tranquilidad, voy circulando despacio, las vistas son increíbles, estoy viviendo un sueño, recorrer estos valles en moto adquiere un significado especial, me detengo con todo aquel que me encuentro, todos saludan amablemente al motorista, no te asaltan como en otros lugares, si les hablas, te hablan, si los ignoras, te ignoran.

El valle de BouGuemez está situado en el Alto Atlas Central, a más de 2000 metros de altitud, las aldeas al igual que en el tassaouts se mimetizan con el entorno, las construcciones son similares y las costumbres casi idénticas, digamos los habitantes de estos valles son primos hermanos, pero cada uno es y representa una tribu distinta, a los ojos de un mortal casi parecen iguales pero a mi, que soy indio antes que vaquero este tipo de detalles son los que me hacen mirar con mis propios ojos. Si miro a un lado veo el M’Goum y si miro al otro ahí está el Waougoulzat y el Jbel Ghat. El valle está plagado de Ighrems, son graneros colectivos, hoy como antaño siguen utilizándolos y guardando cosechas y pertenencias en ellos.

En Agouti, hay un mercado muy entretenido y descanso allí un rato, aparco junto al parking de burros. Descanso tranquilamente viendo el transcurrir de los aldeanos inmersos en sus tareas, todos van a lo suyo,  se muestran afables con el forastero, viajar solo y en moto les llama la atención, algunos me preguntan por el grupo, les digo que no existe grupo, voy solo, les sorprende, me miran pausadamente y me invitan a té, pero en ningún momento se me echan encima como en otros lugares del país, aquí la gente es distinta, es muy serena, parece feliz.

En Tabant se encuentra la escuela de alta montaña marroquí, en ella se forman los mejores guías de montaña del país. Son muchos los Treks que parten de Tabant, esto ha propiciado que se desarrolle una infraestructura hotelera y de servicios importante, a pesar de ello el Valle mantiene su alma intacta.

Las horas pasan encima de la moto, me duele todo el cuerpo, los días anteriores fueron duros pero las vistas que tengo delante calman cualquier dolencia, el viento es agradable, hace tiempo que voy viendo frente a mi, al Jbel Azouqui, una montaña sagrada, una montaña Amazing. Circulo por el Tizi-n-Tirguist a 2635 metros de altitud, el paisaje es espectacular, lunar, me quedaría aquí, junto a las nubes siempre. Detengo el motor, quiero escuchar a la montaña, el susurro es constante y el mensaje lo percibo claro.

 

Moyem Atlas

Estas tierras no son tan espectaculares como las dunas del desierto ni tan misteriosas como las cumbres del alto atlas, este es un lugar solitario y apartado, aquí no hay nada que ver, el turismo no tiene nada que vender aquí. Para mí era un misterio esta tierra, está en el mapa sí, pero aquí no se viene a nada. Siempre que ojeaba un mapa o pasaba franqueando estos lugares me preguntaba qué habría allí?, vivía gente?, de qué vivirán?.

Las vistas sin ser las de otros lugares son extremecedoras. Circulo por pistas de tierra que suben pequeños puertos y bajan a grandes planicies para después volver a subir otros puertos. Atravieso alguna pequeña población pero son escasas, las casas solitarias están esparcidas cada tanto, viven del pastoreo exclusivamente y su mayor virtud son sus gentes. Si los Tassaouts y los BouGuemez son tribus extraordinarias, aislados en aquellos profundos valles de tan difícil acceso los ha hecho muy particulares. Aquí la gente me ha sorprendido como en ningún otro lugar. He parado a charlar con ancianos que cuidaban su rebaño, con mujeres que me encontraba en cualquier lugar y con niños que montaban en burro, sus rostros reflejaban una inocencia incorrupta, no se muestran reacios a las fotos y me obsequiaron con su amabilidad y cantidades industriales de té a la menta. Una vida sencilla. Parece extraño pero cada paso que doy me confirma más, que no sé nada.

Con esta batidora de sensaciones me adentro en el Parque Nacional de Tazzeka, la altitud ha bajado a los 1800 metros y el verde vuelve a reinar en el mundo mágico de la montaña, voy acompañado por un rio que se retuerce entre las gargantas por las que circulo, hay niños a la orilla del camino que venden unos frutos rojos que que ofrece el bosque en el que estamos, me detengo junto a un niño y le compro unas de estas frutas, están riquísimas, el niño lleva una sucia camisita del Barsa con el dorsal y nombre de Xabi, sonríe y se marcha en busca de otro turista curioso como yo.

La cara oeste es auténtica, la cara norte está masificada por el turismos local, son muchos los marroquíes que vienen aquí a disfrutar de la naturaleza, se hacen fotos en cada rincón, más que marroquíes parecen chinos, las áreas recreativas se suceden y la acampada libre, que es legal, es la práctica habitual.

La carretera es muy entretenida, desciendo un larguísimo puerto, habitual en el Tour du Macoc, me aleja definitivamente del Atlas. Esta es la tercera vez en este viaje que me marcho entre lágrimas.

He cumplido todos mis objetivos y el viaje toca su fín. De Taza a Nador tengo 190km, los llamo de la basura, pero recorrerlos de noche es una temeridad, la carretera es muy mala y el conductor que viene por el otro carril nunca se aparta, y nunca utiliza la puta luz de cruce. No puedo relajarme un instante, se que me la juego y estoy tan cerca de casa que quiero llegar y abrazar a Ana y a mi gente.

Decido tomar el último té moruno en último bar inmundo, en el tiempo de pedirlo algún hijo de Satán me sustrae el trípode de la moto, Nador es un asco, gris, denso, oscuro y sucio. Por suerte existen pocos lugares así.

El té en la chabola de Azifh, los ojos negros de aquella niña de Azarzam, el Fiat rojo que me mostró el buen camino bajo aquel diluvio universal, el abrazo de Abdú, aquel viejo Cedro, la ropa sucia de aquellos hermanos, aquella cumbre bajo la niebla y el móvil de Khnifra, el agua potable, la mirada de aquella mujer y un indio antes que un vaquero, los kilómetros de pistas y Acción Geoda, los hijos de Hanini, una boda berebere y muchas otras historías, incluso, yo mismo y a mi mismo.

Momoenmoto.

 

 

Acción Geoda

ACCIÓN GEODA

A estas alturas queda claro y fuera de dudas el gran trabajo que viene realizando  Acción Geoda, he hablado sobre la organización y sus proyectos, la importancia de los mismos y los beneficios que su trabajo reporta al Valle de Tassaouts.

Los más curiosos me consta que ya habéis investigado sobre esta asociación y algunos ya estáis en contacto con ellos, me habéis hecho llegar vuestras inquietudes y vuestras ganas de colaborar, me enorgullece que muchos estéis interesados en aportar vuestro pequeño granito para hacer este mundo algo más habitable. Yo siento lo mismo y en eso estamos. Ahora es el momento de plasmar estas inquietudes que tenemos y que materialicemos nuestra idea, que demos un pasito más y que nos pongamos en contacto con aG para ofrecerles nuestro apoyo. Son tiempos duros, pero una pequeña aportación es asumible por muchos de nosotros y a ellos esas aportaciones son las que les permiten trabajar de la forma que lo hacen. Todo lo que han conseguido lo han autofinanciado con su propio dinero y trabajo. Algunas entidades como La Caixa se han hecho eco de su trabajo y han colaborado con ellos, pero como sabéis son pocas las ayudas y mucho el trabajo por hacer. En la web de aG nos indican cual es la mejor manera de ayudarles así que os animo a que la visitéis y colaboréis con ellos.

A todo lo dicho en Las Montañas Amazing y en el diario de viaje, me gustaría contar algunas curiosidades que pude saber y que me sorprendieron de estos chicos.

Acción Geoda.

Acción Geoda no existe por arte de magia ni pertenece ni está vinculada a ninguna asociación política o religiosa como tantas otras ongs. AG está formada por un grupo de chicos que se preocupan por su entorno, por la naturaleza a la que aman y por las personas.

La mayoría de sus integrantes forman parte de un club de montañismo y espeleología, amantes de la naturaleza como dije antes y de los deportes al aíre libre, entre ellos las rutas en moto o 4×4. En una de estas rutas en 4×4 recorrieron gran parte de Marruecos en el año 2007, de esta manera conocieron y accedieron al Valle de Tassaouts. Quedaron perplejos por lo que allí vivieron, no voy a caer en tópicos ni adornos excesivos sobre el Valle porque ya lo he hecho anteriormente en los artículos que he escrito y en mi diario de viaje, así que los que seguís el blogs ya sabéis  de sobra que representa el Valle.

A su regreso a España no podían quitarse de la cabeza toda la experiencia vivida y pensaron que tal vez pudieran aportar algo de sí mismos para ayudar a aquellas gentes que vivían como lo hacen.

La primera pregunta que se plantearon fue, bien, estamos dispuestos a prestar nuestra ayuda, pero ellos la quieren?, la aceptarán? De qué manera podemos ayudarles? Cómo?, todas estas preguntas quedaban sin respuesta, así que la mejor manera de contestarlas era volver y preguntar a la gente. Así lo hicieron.

Fernando, que por aquellos momentos pretendía dar un giro a su vida decidió dejar su acomodada vida en España y viajar y vivir in situ la realidad del Valle y sus gentes. Así lo hizo, cogió su mochila y se marchó al valle, se instaló en Ifolou donde consiguió una pequeña casa y comenzó a vivir allí. Vivió durante un año en aquella remota aldea de las montañas Amazings.

El principio me cuentan que fue duro, pero la gran calidad humana de este chico pronto lo hizo adaptarse a las nuevas condiciones de vida.

Los habitantes del Valle en un primer momento lo veían con algo de recelo, al fin y al cabo sólo era un europeo que paseaba por allí como Pedro por su casa. Los meses pasaron y Fernando consiguió un pequeño puesto en el mercado semanal de Ifolou donde ofrecía fotos de carnet a los habitantes de la zona, me dicen que sacaba lo suficiente como para pagar el alquiler de su humilde cabaña y los alimentos necesarios para ir tirando.

Se ganó el respeto de las autoridades locales y de los habitantes del valle, era y es, me consta, muy querido en estas montañas, ahora todo el mundo conoce a Fernando, todo el mundo adora a Fernando, es increíble pero a cientos de kilómetros alrededor del valle, la gente cuando me preguntaba donde iba y les nombrara Ifolou, todos sonreían y me preguntaban por Fernando, me pareció realmente curioso.

El Rais de Ifolou organizó numerosas reuniones con su pueblo y todos acordaron aceptar la ayuda que estos jóvenes españoles les brindaban.

Ifolou reclamaba agua, era el objetivo prioritario, agua potable, las bases estaban asentadas.

Después de algo más de un año, Fernando regresa a España, durante todo este periodo el resto de chicos que más tarde formarían Acción Geoda fueron realizando diferentes viajes y estancias en el valle, llevaron a cabo encuestas entre la población local, escucharon sus problemas y estos les plantearon sus necesidades, la consigna era clara.

Acción Geoda marcó unas líneas de actuación. 1º- debían dotar de agua potable la población, el desarrollo local pasaba por esta premisa. 2º Educación, la educación es la base del desarrollo. 3º dinamización del valle en un aspecto socio cultural y económico con el respeto al  medio ambiente ante todo.

AG, sólo puso una condición, ellos se encargarían de toda la logística y de conseguir los fondos para los proyectos a desarrollar, ellos pondrían y de hecho a la vista está después de cuatro años lo que allí han conseguido, todo lo necesario para llevar a cabo el proyeto. Los habitantes del valle, colaborarían en la construcción de las infraestructuras y serían partícipes directos de cualquier actuación. Si realmente querían esa ayuda debían mojarse, y debían ser ellos mismos los que consiguieran sus propósitos. Y así se hizo y así se continúa haciendo hoy.

Este es quizás uno de los éxitos de la fundación Acción Geoda, por ello son tratados con respeto y admiración en el valle, por eso y porque son incansables en su empeño de mejorar la calidad de vida de los bereberes que habitan en las montañas del Atlas.

Personalmente he conocido e incluso colaborado en algunas ocasiones en proyectos de ayuda humanitaria, con diferentes ONG’s, unas más solventes que otras, ninguna me ha parecido mala, claro está, aunque sabemos que en la viña del Señor de todo hay, pero Acción Geoda tiene algo, algo especial que no he visto otras veces, no quiero utilizar adjetivos bonitos ni adornos, simplemente AG merece la pena, es diferente, y confío ciegamente en ellos. Aquí no cabe la menor duda.

Mi enhorabuena señores de aG http://www.acciongeoda.org/index.php/es/

Ánimo y mucha suerte.

Diario de viaje

DIARIO DE VIAJE

Es la novena vez que cruzo esta frontera y nunca se habían extendido tanto los trámites burocráticos. El policía de aduanas está muy nervioso y la cola cada vez es más larga, el hombre viste su impecable uniforme gris, no deja de levantarse una y otra vez de su mesa, sale del cuartucho que tiene asignado y  echa un vistazo a la cola, le grita a unos chicos que aparentemente no han hecho nada extraño, al menos que yo haya visto, los saca de la cola y les grita algo que no puedo entender, ellos sin rechistar un segundo se van donde el otro les había señalado, todos ven con incredulidad el suceso, en esos momentos recuerdo que estamos bajo un  régimen dictatorial y que  una simple protesta puede dar contigo Dios sabe dónde, sabiendo eso, nadie levanta la mirada del  viejo y retrógrado suelo de plaqueta de segunda, nadie quiere problemas, sólo salir de allí lo antes posible.

El banco estaba cerrado a esas horas así que postpongo el cambio de dinero para otro momento, por suerte de mi último viaje conservaba unos 400 Dh. Que vienen a ser 40 euros, con eso tiraré un rato, el depósito de gasolina está lleno y no necesitaré dinero en los próximos 300km. Al chico que me ayudó a rellenar los papeles de la entrada de vehículos en el puerto de Nador no le gustó que le diera 10dh, ellos prefieren euros y uno sólo no le debió parecer  suficiente, me llamó catalán y yo le di las buenas tardes y salí de allí.

El cielo pintaba un gis negruzco que presagiaba lo peor, tan sólo me dio tregua 10 kms y empezó a chispear, 5 kms más adelante me detuve junto al arcén, la lluvia ya era persistente y debía utilizar el mono de agua, la predicción meteorológica falló y llovía y como no, el mono de agua estaba al final del petate, así que desmonta el equipaje y saca el dichoso mono, una vez puesto continúo la marcha bajo una lluvia que cada vez es más intensa.

Pasan los kilómetros y la lluvia no cesa,100, 200, 300 kms y el panorama es el mismo, agua y más agua que ya ha calado hasta lo más profundo de mi ropa bien seleccionada para tal caso.

La noche se echó encima hace tiempo y conducir bajo estas circunstancias no es lo más recomendable, aún así sigo adelante ya que mi idea es llegar a Azrou y hacer noche allí. Continúo un rato más conduciendo bajo la lluvia, pero esta pasa a ser diluvio y aún me quedan unos 200 kms para llegar donde me propuse. Decido para y hacer noche donde sea y me detengo en un pequeño pueblo, sólo existe un rudimentario  albergue que está completo y el dueño me manda a otro situado a unos 40kms tras una deteriorada carreterucha estrecha de montaña, y nadie me asegura que me den cobijo allí. Le pido que me deje un hueco donde sea para pasar la noche, puedo dormir con mi saco y esterilla en cualquier rincón pero el dueño se niega ante mi incredulidad y por entonces mal humor mojado. Me dice que si no voy al pueblo en la montaña me de media vuelta y duerma en Taza, eso supone regresar sobre mis pasos y es algo a lo que no estoy dispuesto. Decido seguir adelante y una hora más tarde sobrepaso Fez.

Los últimos 150kms los hago por una pequeña carretera de montaña muy revirada, la lluvia es fortísima y no puedo conducir por encima de los 50kms por hora, se convierte en un infierno al que no veo salida.

Después de casi 600kms llego calado hasta los huesos al Albergue Los Cedros, me lo habían recomendado y me dieron la primera hostia en los dientes acabado llegar. No negocié el precio, simplemente pedí habitación con ducha y agua caliente, me la dieron, cené muy bien y me pasaron la cuenta, me cobraron el triple de lo que cuesta, discutimos un rato pero esa batalla ya estaba perdida, esto es algo que aprendí hace tiempo, primero se negocia el precio, siempre, después se actúa, pero la lluvia me volvió vulnerable y las pagué a las primeras de cambio.

DIARIO DE VIAJE

Apenas he podido pegar ojo, la lluvia no ha cesado en toda la noche, golpea con violencia la ventana que tengo a mi derecha y el viento se cuela entre las hojas de madera rajada, frente a los píes hay colgada de una  desilachada cuerda una horrenda foto descolorida de un paisaje imposible,  al menos estoy calentito. No me darán desayuno a pesar del pastón que he pagado por esta famélica habitación y parece que la lluvia se tomo un respiro.

En el hotel no tenían una estufa o cualquier otra cosa con la que haber secado mi ropa la noche anterior, recordé un viejo truco que empleábamos cuando era adolescente y corría en bici, eran tiempos austeros y no disponíamos de equipación suficiente así que por las noches en el hotel lavábamos nuestra ropa, la escurríamos bien y la situábamos bajo el colchón, en primavera y verano era suficiente unas horas para secar y planchar perfectamente el equipo. Que tiempos aquellos, lamentablemente hoy no fue el caso, el forro y la cordura no han soltado los litros de agua que engulleron ayer y aunque están mucho mejor, todo mi equipo está muy húmedo.

El respiro fue eso, respiro, aún no he sujetado el equipaje a la moto y ya esta cayendo otra vez. En la gasolinera hay un pequeño bar y tomo un café y un croasants.

Estoy en el Parque Nacional de Ifrane y después de un pequeño enlace cojo una pista que me adentra en Los bosques de cedros, la pista es estrecha y no está en las mejores condiciones, piedras, gravilla suelta y roderas son una constante pero no me importa, este lugar es mágico, estoy rodeado de Cedros que llevan aquí antes de que todo empezara, erguidos  hacia el cielo, acariciando las nubes, algunos llevan aquí más de mil años, son supervivientes de la fiebre de la madera, la mayoría de sus hermanos han sido talados, arrancados de sus propias raíces y convertidos en papel higiénico.

Me detengo a contemplar el panorama, me encanta, silencio, silencio, es maravilloso el sonido del silencio, silencio roto por el contacto de la lluvia contra las hojas de los cedros, nogales y encinas que me rodean, estoy sentado bajo un cedro que deberá superar los 30 metros de altura, creo que seis hombres no seriamos capaces de abrazarlo, no estoy solo, las ardillas corretean de un lado a otro y veo ahí al lado, a unos cinco metros a mi derecha un mono acariciando a otro, pasan de mi y yo de ellos, me parece curioso, ellos están allí y yo estoy aquí, creo que podríamos llegar a entendernos.

La pista se a convertido en un sendero y  en un auténtico barrizal, he entrado en una zona muy frondosa y el sendero sube y baja rodeando cedros, la belleza de este lugar es brutal pero mantenerse encima de la moto se convierte en una auténtica odisea, circulo con mucha precaución pero la moto se desliza ente el barro y doy con mis huesos en el suelo en tres, cuatro y hasta cinco ocasiones, salgo airoso de la ratonera en la que me veo envuelto, han sido cerca de cien kilómetros de piedras, mucho barro y por supuesto lluvia que no deja de caer. Sigo empapado y decido coger una antigua pista ahora mal asfaltada que me conduciría al nacimiento del Oum R’bia.

Son la una del medio día, estoy empapado y lleno de barro, no he podido hacer fotos por la lluvia intensa y las gafas se me han estropeado, me quieren clavar por un poco de pegamento que me ponen en las gafas y por supuesto me invitan a té con la intención de llevarse una suculenta y guiri propina. Declino la visita andando a las cascadas del R’bia, el lugar es de lo más vulgar y turístico que he visto hoy y no estoy dispuesto a pasar por ahí, mis ánimos están mojados, mis huesos humedecidos y la puta gasolina es tan mala que la moto ni corre ni va como tiene que ir y eso es algo que en mis circunstancias me cabrea, me cabrea y mucho.

En el cruce un cartel  me indica a la derecha la dirección a seguir si quieres ir a khenifra, le pregunto  a un pastor que a donde se va por la otra dirección y para mi sorpresa me dice que khenifra, cómo?- Khenifra,  en mi  viejo mapa no aparece ninguna pista por ahí, en el TopoMarruecos tampoco, lo pienso un instante y me voy por la izquierda, fue una elección fácil,  la derecha me la conozco, la izquierda siempre me depara sorpresas y a mi las sorpresas no me gustan. Me voy a la izquierda.

Sin duda la mejor decisión del día fue ir por el lado oscuro, ir en busca de lo desconocido, ir en contra de las indicaciones que algunos ávidos buscavidas me habían aconsejado,  ir por el camino más difícil, ir por la izquierda me supuso vivir una experiencia  que nunca antes viviera con la naturalidad de la sencillez misma, el interés mueve el mundo y nos ahoga en nuestra propia estupidez.

No se me había pasado el cabreo por ir mojado, porque me querían embaucar para tomar un té que no deseaba, porque querían que hiciera 2 kilómetros monte arriba con las botas de la moto, la mochila, la cámara de fotos y la bolsa sobre deposito, por el pegamento y porque me había caído cinco veces sobre el pegajoso barro de los fantásticos bosques de cedros y porque eran las 4 de la tarde y llevaba 7 horas conduciendo bajo la lluvia con un pequeño croasant y un café olé, no, no se me había pasado el cabreo.

La pista de la izquierda seguía  montaña arriba, arriba, cuando creía que llegaba arriba, giraba un collado y seguía arriba, allí arriba veía que la pista de la izquierda se dividía, y seguía arriba, me detuve y me tentó la derecha, yo seguía cabreado, a la derecha la pista bajaba y a la izquierda subía. Un chico sentado sobre una gran piedra me observaba mientras yo observaba mi gps, creo que mi gps no observaba nada, me quité el casco y le pregunté al chico –a Khenifra? Da o dá, da o da es una palabra que creo me he inventado y que significa por ahí o por ahí, en ruso significa si pero aquí no hay vodka y esto no es Rusia. El muchacho debía medir 1,75cm, pesaría 60kg como mucho, tenía el pelo liso y castaño, la tez oscura y los ojos negros, vestía unos pantalones de tela gruesa grises y un abrigo de lana verde con unos rombos blancos sobre el pecho, su rostro estaba sereno y me miraba pacientemente mientras yo le indicaba sobre el mapa el lugar donde deseaba ir, da o dá?, su dedo señalo las dos direcciónes, izquierda y derecha. Me preguntó en un francés que yo no entiendo por mi nacionalidad, el entendió que era español cuando yo le dije- soy español, para mi sorpresa no me preguntó por  Madrid o Barsa? Y eso me agradó, parece que los temas futbolístico el interesaban tanto o menos que a mi, me miraba en silencio y yo permanecí  igual, entonces dijo –sr. Le apetece entrar en casa y secarse un poco la ropa, tengo una estufa y puede usted tomar un té, -lo dijo en un perfecto francés que yo entendí así, no me dio tiempo a pensar y dije sí, por que no. Me pareció de lo más normal, dejé la moto junto a un gran castaño que había junto a un corral donde guardaban las ovejas, a su lado había una pequeña chabola fabricada con leña de cedro y cubierta de plástico blanco atado con cuerdas de esparto, me condujo a su interior y dentro avivando el fuego de la pequeña estufa estaba su mujer, junto a ella con una escoba hecha tan bien de esparto se afanaba por limpiar el suelo de tierra la suegra de esta, la madre de Asifh y su hermano Mohamed que volvió corriendo ladera abajo dejando allí su rebaño de ovejas al verme entrar en aquella sencilla y escueta chabola, me puso un saco de tela marrón lleno de paja a modo de puff  junto a la estufa y me invitó a sentarme, me quité toda la ropa que pude y la colgué junto al fuego, la madre de Asifh comenzó a preparar una tetera y su mujer nos dejó solos, Asifh, Mohamen, la madre de ellos preparando el té y yo. Asifh puso sobre la mesa pan que ellos mismos fabrican cada dos días, aceite de oliva de su pequeña huerta de oliveras y una deliciosa pasta hecha a base de almendras y miel. Yo no hablo francés, ni árabe, ni mucho menos un dialecto bereber que ellos hablan, pero la comunicación entre todos fue fluyendo a través de gestos y palabras sueltas en francés, italiano, español, árabe y con el mismo silencio. Asifh me dijo que estudió ingeniería agrícola en la universidad de Ifrane y que se dedicaba a cultivar azafrán en sus tierras, a recolectar la aceituna y almendra y a criar sus ovejas que proporcionaban carne y lana y sus vacas que ofrecían una deliciosa leche con la que hacían una delicada mantequilla que pude saborear, me dijo que era una vida sencilla la que llevaba, que era la vida que le gustaba y con la que se sentía feliz, que el precio del aceite había caído y que aquel lugar en lo alto de la montaña en medio de casi ninguna parte era un lugar idóneo para criar a los hijos que alá le diera, me contó que Mohamed soñaba con viajar a España conseguir un contrato de trabajo y tener una vida mejor que la que allí vivía y que su padre había nacido allí y allí deseaba morir, insistía en que comiera más y no dejaban de servirme té, la mujer de Asifh y su madre después de dos horas allí se sentaron junto al fuego, de espaldas a mi, junto a mí, me miraban y se reían, a mi también me daba la risa, a la madre de Mohamed y Asifh le dolía la cabeza y le ofrecí un gripal que llevaba en la mochila, me dijo que para el dolor de cabeza utilizaba aceite de oliva y unas infusiones de unas hojas que allí tenía pero acepto el gripal y en señal de agradecimiento a mi me mostró como se lo tomaba. Para entonces mi ropa por primera vez en dos días estaba seca, estaba anocheciendo y debía seguir mi camino para buscar un lugar donde pasar la noche, me ofrecieron un rincón en la chabola pero me pareció que sería abusar demasiado  de aquella generosa hospitalidad. Le dije a Asifh que me encantaría volver a visitarles en algún momento y me contestó que siempre tendría abiertas las puertas de su casa.

Les pregunté si les importaba que sacara unas fotos, pero preferían que no lo hiciera, por supuesto que no se me ocurrió insistir, mi cámara estaba en la mochila sobre la moto, la dejé allí, no me parecía justo ni oportuno entrar en casa de unos desconocidos que amablemente me ofrecían todo lo que allí tenían con una cámara fotografiando todo lo que se mueve como si aquello fuese un circo. Esta fue la tónica de mi viaje, siempre pedí permiso a las personas que he fotografiado, las que aceptaron fueron retratadas, las que no quisieron fueron respetadas. No he llegado a ningún lugar con la cámara en la mano, no he hecho ningún robado, si ha surgido la he utilizado, siempre con el respeto que es debido. Creo que todos deberíamos reflexionar sobre esto.

Lo que allí, en ese chamizo al más puro estilo Tim Burton ocurrió es algo que no olvidaré, como no olvidaré los ojos de Asifh ni la sonrisa de su joven esposa o la amabilidad de su anciana madre. No necesito ninguna foto. No lo olvidaré.

Me dio mucha vergüenza preguntarles si querían algo de dinero por el té, y se echó a reir, -No, por supuesto que no necesitamos  dinero señor, ha sido un placer conversar con usted-. Sabía que me diría eso, pero escucharlo ha sido para mi una sensación que jamás podré olvidar, lo sabía. Gracias Asifh, gracias Mohamed y gracias a sus mujeres que me regalaron algo que no se puede pagar con dinero ni tarjetas de crédito.

Muchas veces en mis anteriores viajes por este país me han invitado a té, siempre fue por algún tipo de interés,  creía que esa hospitalidad de antaño fue asesinada por el turismo, víctima de una degradación moral en post de quimeras imposibles y sueños sin cumplir, que eso era un fenómeno del pasado y en cierta medida lo es, pero en esta ocasión la sencillez de la vida se presento sin avisar y me contagió ese espíritu de libertad.

Me fui por la pista de la izquierda que poco a poco bajó entre el bosque de cedros hasta una carreterita que me conduciría a Khenifra. La lluvia seguía y cada vez era más fuerte, era noche cerrada y transitaba por una carretera estrecha sin marcas en la calzada, la niebla no me dejaba ver  dos palmos por delante del guardabarros y el asfalto estaba muy resbaladizo, extremaba las precauciones pero las ganas de llegar y buscar una habitación caliente me hacían acelerar sin darme cuenta, en una de esas me llevé el susto más grande de todo el viaje, entré colado en una curva cerrada, tuve que tumbar la moto lo justo para no caerme pero  empezó a derrapar de atrás y a deslizarse de adelante, intentaba enderezar la  moto para no salir arrastrando y el precipicio cada vez se acercaba más, juro que vi como en las películas pasar todo mi vida por delante, vi truncado mi viaje y vi que el desastre se hacía en mí, en el último cm de grava suta antes del enorme barranco los tacos agarraron y conseguí salir del infierno, aún no sé como me libré de esa, aún no lo sé. Unos metros mas adelante no me importó la lluvia, paré la moto y me bajé, me quité el casco e intenté respirar, el agua caía sobre mis mejillas y yo no podía respirar. 30 km después llegue a Khenifra, encontré un hotel,  el mejor hotel del mundo que hay en Khenifra, me di una ducha caliente, puse la ropa otra vez a secar junto a una estufa y tomé la mejor cena de vanguardia que nunca haya tomado en Marruecos y charlé un rato con un simpático camarero. Antes de todo eso, una vez llegado al hotel, me senté en una silla y empecé a llorar, lloré como un niño sin consuelo, lloré delante del camarero y del cocinero, del jefe del hotel y de algunos que por allí había, no sabía por qué pero no podía parar de llorar, llamé a Ana por teléfono y aunque lo intenté no conseguí parar de llorar, ahora lo recuerdo y no puedo evitar emocionarme.

Desde luego este día no fue, un día cualquiera.

Buenas noches.

Diario de Viaje II

Son las 7 de la mañana y no me apetece salir de la cama, se escuchaba la lluvia golpeando los cristales,  anoche dudé, pensé que no había venido para esto, tanta agua ha hecho mella en mi moral, antes del día de ayer me daba igual, pasaban los kilómetros y sonreía, cantaba bajo la lluvia y sonreía, me acordaba de aquella canción y sonreía,  pero lo de ayer ya fue demasiado, no me apetece, la verdad, no me apetece.

Hoy debía llegar al Valle de Tassaouts, había quedado con los chicos de Acción Geoda y estaba tan ilusionado que salté de la cama, me puse toda la ropa seca que tenía y el mono de agua y salí lo antes que pude.  Tenía cerca de 500 kilómetros por delante y no había tiempo que perder. Tenía dos opciones de ruta, una me llevaba por la N8 hasta los pies del alto Atlas, el otro también pero el camino era más revirado e interesante, así que como soy muy prudente y consecuente opté por la segunda opción.

Los kilómetros pasaban siempre bajo la persistente compañía de la lluvia, por un lado no iba cómodo por otro entusiasmado. En el horizonte veo una grieta que se abre entre las compactas nubes grises y tras ellas se adivina un cielo azul, un cielo protector, joder, llevo tres días sin ver el puto sol, parece que se quedó dormido en su propia pesadilla, empezaba a creer en aquella frase de Aníbal cuando dijo que Roma era la luz y fuera todo era oscuridad, afortunadamente el General se equivocó, yo imploré a los dioses para que mi rumbo fuese en esa dirección, y éstos parece que me escucharon y la brújula de mi gps apuntaba dirección sol, dirección sur, y el sur mola.

58 horas y 900 kilómetros después dejó de llover y salió el sol, los girasoles giraban saludando a mi paso, los jilgueros revoloteaban por la ramitas de los olivos y las ranas saltaban de charca en charca,  unos cerditos deshojaban una margarita y yo me acordé de aquella vieja canción, me dio por gritar como un loco y decidí parar a tomar un café. Hace unos años era difícil encontrar café decente por esta parte del país pero ahora es algo común, tomé un expreso y me quité 58 horas y 900 kilómetros después la ropa de agua llena de agua, y barro.

Gasolina mala y muy cara, la som plome sale a 1,20€ y está mezclada con agua, me parece increíble, lleno el depósito siempre que puedo en gasolineras de multinacionales de reconocido prestigio para unos y dudosa reputación para otros, y una mierda, da igual que sea Total o Afriquia, Shell o Agip, en cualquier momento o en cualquier lugar te pueden dar gato por liebre y la gasolinera Agip de Azilal me ha metido una dosis de agua en el depósito que me lleva muy cabreado, da igual que les preguntes si es buena o no, ellos siempre dicen bon cualité, y una mierda, la moto no tira, no corre, se ahoga y tienes que meter gas y más gas con el sobregasto económico que esto supone, pero lo peor es que tu nunca estas seguro de que el problema sea de la gasolina o tal vez sea otra cosa, en mi caso fue la gasolina. Los problemas con el carburante este año superan con creces los de anteriores ocasiones, no lo entiendo.

Beni Mellal es la huerta de Marruecos, los cultivos se suceden, miles y miles de metros cuadrado sembrados de todo tipo de frutas y verduras, aquí la gente es de campo y me es todo muy familiar, me llama la atención  la gran cantidad de coches con matrícula española que me encuentro circulando por esta región y me sorprende aún más que la mayoría de matriculas proceden de Murcia o Almería, en realidad no es de extrañar ya que la inmensa mayoría de marroquíes que viven en Murcia proceden de Beni Mellal. Son gente de campo que vienen a trabajar en el campo. Me resulta curioso, bajo el argumento de apoyar las reformas democráticas en el norte de África, la Unión Europea ha bendecido un tratado que aumenta considerablemente el contingente que Marruecos tiene asignado para los productos hortofrutícolas más sensibles comercialmente para los productores comunitarios, principalmente el tomate, esto ha propiciado que muchos marroquíes hayan vuelto a sus tierras y hogares para trabajar el tomate, esto se traduce en una perdida de jornales y salarios en Murcia y principalmente en Almería que son los principales afectados por este convenio, la mayor empresa productora de tomate nacional, ubicada en La cañada provincia de Almería verá disminuida considerablemente su facturación en los próximos años, paradojicamente la mano de obra que ha utilizado estos años y con la que se ha posicionado líder en su sector a nivel europeo procede de Beni Mellal, y gran parte de esos salarios que se pierden aquí pertenece a ellos mismos, así que viéndolo de esta manera no se pierden al recuperarlos en su propia casa, eso sí, El Ejido no creo que siga siendo líder europeo en facturación de Mercedes Benz.

Atravieso  esta ciudad lo más rápido que puedo, en mi primera vez, me hice todas las ciudades que pude, Marrakech, Fez, Oujda, Meknes, Essaouira, Agadir, Tiznit, Taza,  muy bien gracias, muy bonito todo gracias, muy turístico todo, gracias. Mi segunda vez volví a Fez, para mí la única gran ciudad que merece la pena en este estartalado trasiego de gentes y arquitecturas retorcidas de cuentos inacabados que pintan a final dramático, esto no es Hollywood aunque el Erg Chebbi es muy parecido. Ahora prefiero la tranquilidad de la montaña y sus gentes.

He comentado ya que la N8 es una mierda?, pues lo es, el trafico es insoportable, comunica el Norte con el Sur bajo la imponente mirada del Gran Atlas que vive siempre a su izquierda, le proporciona las precipitaciones necesarias para regar sus huertas y ofrece su sombra para refugiarse en los duros meses de verano pero el trafico es insoportable. Si te quedas pillado un rato detrás de un viejo camión eres cadáver,  inhalarás su tóxicos humos corrosivos y en pocos kilómetros puedes sentir el efecto del pegamento en tus pulmones, se te oprimirán y morirás. Así que si podéis evitar la N8 no lo dudéis, siempre es mejor ir campo a través.

Giro a la izquierda y la carretera se inclina cada vez más y más, circulo por un puerto de montaña que nada tiene que envidiar a los de los Alpes franceses, voy trazando una curva tras otra, unas de herradura otras muy abiertas, algunas muy cerradas, detrás de mi allí abajo aún puedo ver las grandes llanuras del centro, a mi izquierda cumbres plagadas de pinos y matorral y al norte otras cumbres que ocultan tras ellas más cumbres, el asfalto increíblemente es rugoso y su estado es idóneo para circular en moto, la carretera está húmeda pero los neumáticos de tacos se comportan como esperaba, así que el baile comienza y la moto a la que no  pongo ningún nombre absurdo porque es sólo una moto, se desliza curva tras curva como una nota de la novena sinfonía de aquel señor sordo que escuchaba a los dioses.

Después de 90 kilómetros de puerto y un lago encantado me presento en Azilal, me gusta, tal vez demasiado grande, paro junto a su Medina, me quedo sentado sobre la moto, menta, cominos, alcaravea, curry y canela, los aromas se mezclan y la textura aterciopelada del ambiente me contagia una sensación indescriptible, estoy en el gran Atlas, los paisajes han cambiado y las gentes han cambiado y yo creo estar cambiando.

Es medio día y otra vez he olvidado comer, me subo en la moto por la mañana y se me olvida que he de comer, estoy tan eufórico con estos paisajes, olores, colores y sonidos que olvido lo demás, en estos tres días no he comido nunca, buenas cenas y desayunos pero comer ná de ná, es algo secundario.

A la salida de Azilal me encuentro con una multitud con pancartas y pitos cortando la carretera que conduce a Damnate, paro junto al arcén de tierra y detengo la moto, se me acercan varios grupos de gente joven otros no tanto, y me hablan animosamente, no entiendo nada por supuesto, y no puedo leer nada, pregunto qué pasa y me explican algo, finalmente uno de ellos habla inglés y puedo comprender que reivindican mejoras salariales y mejores condiciones laborales, alucino, una manifestación ilegal en un país que vive bajo una dictadura monárquica y no veo ni una sola lechera custodiando a los malhechores, no veo un solo anti-disturbios con su porra  aporreando a ningún yayo flautas, y tampoco veo nadie que utilice cañones de agua ni disparos de bolas o gas mostaza, estos dictadores de pacotilla tienen mucho que aprender todavía y nuestros gobernantes deberían enseñarles nuestras buenas conductas y civismo.

Bueno, como los malos no me atracan ni roban ni asesinan ni nada de nada sigo con mi rumbo al alto Atlas. El paisaje entre Azilal y Damnate es cojonudo, cada vez es más bonito, y el color del atardecer le da un toque flow que me recuerda aquellas fotos de los 60.

Damnate es un trasiego de gentes, animales, coches y furgos que van y vienen, hay mucha vida en sus calles y los cafés están a rebosar, tomo otro rico café en uno de estos bares, descanso un poco y hago el cálculo de los kilómetros que me separan de mi destino.

Enfilo la antigua pista que comunica esta ciudad con Ourzazate, ahora está mal asfaltada y se supone que tardaré poco en recorrer los últimos  cien kilómetros, error, la carretera asciende entre montañas, el asfalto está roto, hay agujeros por todos lados, me cruzo con una sola furgo en el trayecto, no veo a nadie ni nada, sólo montañas y altas cumbres, corono el puerto a 2200 metros de altitud  y el paisaje es sublime, me detengo y me recreo con las vistas, ahora no llueve pero la niebla  acaricia las cimas y desciende hasta los valles dotando al ambiente de un misticismo encantador, la humedad se posa en mis mejillas al descubierto por el casco de trail. Está anocheciendo y  debo entrar en el valle con luz, los últimos kilómetros son por pistas de tierra y en sus circunstancias sería preferible hacerla con luz. Pero la noche se echa encima y una vez más la lluvia comienza a caer, primero de forma débil, después algo más intensa, afortunadamente no llueve como los días anteriores.

Llego al cruce donde he de coger pista hasta Ifolou, pero me doy cuenta que mis indicaciones no son buenas, no hay pista así  que pregunto a un chico que conduce un viejo Peugeot, como no se ve nada y el camino no está claro el chico se ofrece a acompañarme un rato, se lo agradezco ya que estoy perdido y no tengo ni idea de cómo llegar a la Gite d’tape de Hanini.

Unos kilómetros más adelante me dejan sólo y me dicen que siguiendo recto llegaré a la aldea. Sigue lloviendo y no veo nada, la pista está muy deteriorada, hay muchos agujeros y charcos, el barro es constante y circulo muy despacio. Estoy en pleno Valle del Tessaouts y la pista serpentea por la ladera de la montaña, el rio sigue su curso siempre a mi izquierda allí abajo, el precipicio es muy grande pero como la oscuridad no me deja verlo circulo tranquilo, al día siguiente cuando vi por donde había pasado recé todo lo que sabía, nada. En una curva lenta entro en charco de barro y la rueda delantera a pesar de ir muy lento se desliza sin control y doy con mis huesos en el suelo, me levanto rápidamente y pongo en pie la pesada motocicleta cargada con mi equipaje, no me había percatado pero la oscuridad no me deja ver nada, observo que la moto está en marcha pero la luz se ha estropeado, me invade el pánico, la luz rota en la caída y mierda, como llego sin luz, es imposible, joder, entre mis repuestos cuento con recámaras, manetas de freno y embrague, bridas, cinta adhesiva, repara pinchazos y otras cosas y sabía que olvidaba algo, no tengo bombillas de repuesto y esto es algo imperdonable, el brico consejo de hoy es: jamás salir de viaje sin bombillas de repuesto, en ocho años no he cambiado una puta bombilla, tenía que ser hoy, perdido en el valle, de noche cerrada, lloviendo y cansado por los kilómetros y la lluvia. Tenía que ser hoy.

Estoy furioso conmigo mismo, maldigo mi suerte y le doy un golpe a la moto, já ¡!! Mágia, se hace la luz, coño se enciende la luz, me da por reír a carcajadas como un loco, como Jack Nicholson en el resplandor, mi cínica risa vuela junto a su eco a lo largo del cerrado valle y yo subo otra vez a la moto, meto primera y salgo de allí.

Paso la primera aldea y llego sobre las nueve de la noche a Ifolou. El hijo de Hanini me espera junto al camino cerca de su Gite d’tape. Los últimos cien kilómetros que me han llevado casi cuatro horas recorrerlos pero ya estoy aquí, estoy en Ifolou.

Esperé a que llegaran los chicos de Acción Geoda, estaban en Azzarzane  trabajando y aún no habían llegado. A su regreso nos encontramos todos en el albergue, nos presentamos y charlamos mientras tomábamos un té y Hanini preparaba el Tajín de cordero.

Desde que conocí el Proyecto Tassaouts de Acción Geoda mi interés por el mismo no hizo más que crecer, tenía multitud de preguntas que hacer a esta gente y ellos tienen muchas historias que contar. El té dio paso a la cena y la sobremesa, Jesús, presidente de Acción Geoda me puso al corriente de todos los proyectos de la fundación, María me explicó  en qué consistía el proyecto agua del que es responsable y Reduan y el incombustible Abdulah profesores y responsables del área de educación me hablaron sobre su trabajo en la fundación. Pasamos largas horas charlando sobre el valle y sus gentes, sus necesidades y sobre la mejor manera de dinamizar y apoyar el desarrollo de los habitantes de estas tierras. Insisto, es increíble lo que Acción Geoda ha conseguido en estos tres últimos años. Me contaron que muchas personas empiezan a apoyarles de forma voluntaria pero no reciben ayudas estatales, consiguen el dinero para financiar los proyectos con las donaciones de sus propios socios, ellos mismos, organizan conciertos y mercadillos, su imaginación no tiene límites y van sacando adelante los proyectos como pueden, de una manera magistral.

Después de unas largas horas de conversación nos fuimos a dormir a una amplia sala, el suelo estaba repleto de esteras y colchonetas, las paredes son de abobe y las dos ventanas dan al rio, el rugir de éste inunda todo el valle y allí calentito dentro de mi saco y con ese sonido ambiente sentía una sensación difícil de describir. Mañana madrugaremos e iré a conocer y ver con mis propios ojos todo lo que he venido buscando, estoy aquí y yo que soy indio antes que vaquero me siento profundamente feliz y en paz conmigo mismo. Además las predicciones dicen que mañana hará sol y buen tiempo, como decía kortatu.

Diario de Viaje II

Hacía un rato que miraba el oscuro techo cuando sonó el despertador, no era el único, aún no había amanecido y la calma en el valle permanecía somnoliente y aletargada.

Hannini hacía rato que preparaba el desayuno y el olor del café se mezclaba con el pan recién hecho. Salí a la calle, quería ver donde estaba, ayer llegué oscuro y no se veía nada. Las vistas me sobrecogieron, la Guite d’tape construida al borde del barranco y sobre el rio ofrece una vista encantadora. Así da gusto despertar.

Hoy era el di “D”, Acción Geoda y la contraparte junto a los promotores acabarían de introducir las tuberías en el pozo y Azarzane tendría agua potable en sus hogares. Es un día importante, muy importante para estas gentes y para nosotros que tenemos el  privilegio de  estar allí presentes y ser testigos de algo tan usual para nosotros y tan valioso para el que no lo tiene. Así es la vida, banal y superflua, indiferente con esas pequeñas cosas que no se echan de menos porque parece que nos pertenecen y que estuvieron ahí siempre, un simple gesto y ya está, parece fácil, tal vez lo sea.

Entre Ifolou y Azarzane el rio se ha comido la pista dejando aisladas al resto de aldeas, así que Jesús propuso ir caminando hasta Azarzane. María fue en busca de unos cables que necesitaba para el generador que se encargaría de subir el agua del pozo y que habían traído de España, de este modo nosotros salimos caminando, visitamos Ifolou y seguimos la pista hasta Azarzan, fue un paseo muy agradable, Jesús seguía hablando sobre El Proyecto Tassaouts y si callaba yo le preguntaba más cosas. Nos cruzamos con gente que se desplazaba a pie, otros en sus burros, los burros son el vehículo oficial por aquí, todos saludan respetuosamente llevándose la mano al corazón, igualito que aquí que nos llevamos la mano a la cartera.

Llegamos a Azarzane tras una hora de caminata, lo primero que encuentras son unos vergeles sembrados junto al rio, las casas en su mayoría de piedra y adobe se sitúan en la ladera de la montaña y los niños siempre están ahí para recibir al visitante, nos saludan con respeto y observo otros jugando a futbol  en un pequeño bancal entre la pista y el rio.

Los chicos de aG se pusieron manos a la obra y en un par de horas dejaron la instalación lista para enchufar el generador e inaugurar el agua. El revuelo era considerable, pacientemente esperaban junto al camino un montón de niñas con garrafas que las superaban en peso, esperando la anunciada agua, les habían dicho que ese día y a partir del mismo no tendrían que buscar aquella lejana fuente para conseguir el preciado líquido. Los niños seguían con el futbol y las niñas con sus garrafas, los obreros afanados en el pozo y los chicos de aG en todo.

El generador dio un problema de incompatibilidad con el sistema de encendido así que hubo que improvisar y buscar soluciones, soluciones que por aquellas latitudes son difíciles dar.

Pasamos todo el día en Azarzane, María, Abdú y Reduan estuvieron reforzando las tuberías que las lluvias habían dejado al descubierto. Hablamos con la gente del pueblo y visitamos sus casas.

Al atardecer regresamos a Ifolou y visité la casa comunal que aG construyó hace ya tres años, en ella vive la maestra y se dan las clases a niños y mujeres, no  pude conocer a la profe, estaba de vacaciones, pero las niñas se encargaron de que el ambiente fuese muy jovial. Visité el dispensario médico y dimos otro paseo por el pueblo, paseamos junto al rio y conversamos tranquilamente.

María mantuvo una reunión con los jefes de Ibrane, hablaron sobre el comienzo de las obras allí y de la implicación de la gente en el proyecto. Ibrane es la siguiente aldea que se verá beneficiada del trabajo de aG. Después hubo otra reunión esta vez en Ifolou con las autoridades de este para coordinar los trabajos de ayuda entre los habitantes de las tres aldeas. Los habitantes de la mismas se ayudan con las obras los unos a los otros, se reparten el trabajo por el bien común los unos a los otros, así en Azarzane han trabajado los habitantes de Ibrane e Ifolou y estos harán lo mismo con sus iguales. Todos salen ganando.

La noche fue muy entretenida y amena, cenamos todos juntos y charlamos hasta altas horas de la madrugada, tuvimos buena conversación, buen vino y jamón junto al típico tajín, para amenizar la fiesta pasó por allí un tal orujo de hierbas  y entre hierbas y risas se hizo hora de descansar.

Me costó conciliar el sueño, por mi cabeza pasaban todas la imágenes de un día difícil de olvidar, son muchas sensaciones que me es muy difícil expresar, a veces las palabras fluyen sin más otras por muchas que busques ninguna es adecuada para transmitir esas vivencias.

Camino de la cama vi de reojo la moto, me paré y la observé, me guiñó una bombilla y me contó un maravilloso cuento, hablaba de valles y ríos, de altas cumbres y de mercados encantados, de pistas y vistas, de nubes y kilómetros de diversión, me dijo que al amanecer tal vez ese sueño se hiciese realidad, y yo que soy indio antes que vaquero me quedé durmiendo esperando despertar y que el cuento se hiciese realidad.