Si aún queda algún territorio virgen y verdaderamente auténtico en Marruecos, que mantiene costumbres ancestrales y milenarias dentro de un país irremediablemente abocado al turismo y abriéndose al capitalismo occidental, ese es sin duda alguna, La Cordillera del Atlas marroquí. Las montañas bereberes o como a sus habitantes les gusta llamar, Las Montañas Amazighs.
Un viaje en moto recorriendo la cordillera del Gran Atlas y accediendo a ella desde los más enigmáticos parques naturales del país vecino. El parque nacional de Ifrane y sus extensos bosques de cedros, el parque nacional de Tazekka y los fríos altiplanos. En rara ocasión circulé por debajo de los 1500 metros de altitud. Más de 2000km entre pistas y pequeñas carreteras que no aparecen en ningún mapa.
Cerca de 1000kms conduciendo bajo una lluvia intensa a veces torrencial, agua, barro, piedras, grandes praderas y un sin fin de experiencias que me traigo en la mochila, para mi, para siempre.
Algunos datos:
Ascenso total acumulado positivo 25,991 metros.
Altura máxima de circulación: 2635m, a las faldas del Gran M’Gum (4071msnm) y el Jbel Azourqui. (3677msnm)
El objetivo y fin del viaje ha sido llegar hasta uno de los valles más remotos y de más difícil acceso de toda la cordillera del Gran Atlas. Allí he encontrado una pequeña organización española, Acción Geoda, (http://www.acciongeoda.org/index.php/es) que trabaja en un proyecto de desarrollo integral junto a una asociación local que está ayudando a que sus habitantes lleven una vida digna. He asistido al nacimiento del agua potable en la aldea de Azzarzane, ahora las mujeres y niñas de esta aldea del Alto Atlas no tendrán que acarrear kilómetros cargadas de pesadas garrafas de agua extraída de lejanas fuentes, a veces, aguas infectadas que ocasionan multitud de enfermedades entre los más jóvenes, todo gracias al trabajo que los chicos de Acción Geoda y su contraparte bereber realizan en el Valle de Tassaouts.
Por momoenmoto.
La cordillera del Atlas se extiende del noroeste a sureste de Marruecos. Más de 2000 kilómetros que engloban las cumbres más altas del norte de África. Es un paisaje profundamente erosionado, su clima es árido y sus grandes cañones a veces superan los 700 metros de desnivel. Paisaje de gran contraste, la vertiente atlántica es mucho más verde y vegetativa y la vertiente sur, que llega a las grandes llanuras saharianas, mucho más árida.
Su población es berebere, un pueblo milenario, sus orígenes no están claros. Pueblan el norte de África desde Egipto al Atlántico desde hace 3000 años. Eran bereberes romanizados y en gran parte cristianizados. Durante la conquista de los árabes en el siglo VII D.C Son expulsados hasta la cordillera del Atlas y las zonas saharianas donde hoy permanecen.
Su lengua de origen camita y llamada Zamazight, cuenta con más de 300 dialectos, entre ellos el Guanche canario, hoy desaparecido y poseen su propio sistema de escritura, “líbico-berebere”.
Son conocidos popularmente como bereberes pero en realidad son Amezigh, bereber es un término despectivo que significa bárbaro, ya lo utilizaban los latinos heredado de los griegos y utilizado igualmente por los romanos.
La población Amazigh fue sometida por la dinastía marroquí de los Almohades en el siglo XII y aún siguen bajo esa influencia marroquí. No han tenido y parece que nunca tendrán representación legal.
Su economía se basa en el pastoreo y la agricultura, aunque últimamente esta forma de vida se está viendo mutada por la cada vez más influencia del turismo en los valles y montañas.
Son amantes de la naturaleza y respetan profundamente el cielo, las estrellas, el sol, el agua y los animales.
Se rigen por el patriarcado pero la mujer es la base de la unidad familiar.
En ruta hacia las montañas amazighs.
El Marruecos que conocí en la década de los 90 ya no existe, pasar la frontera con la moto ahora es más sencillo, la policía de aduanas se muestra más sensible con los turistas pero igual de despiadada con sus congéneres. En las zonas turísticas y en sus accesos crecen las infraestructuras. Recientemente se ha inaugurado una autopista de peaje que comunica todo el país por el norte desde Rabat a Oujda. En la zona atlántica proliferan los hoteles de lujo y los centros comerciales, estos ya están por todas partes. Pueblos que antes solo eran lugares de paso ahora están bien asfaltados, cuentan con relucientes aceras y bulevares por donde pasean las clases más burguesas. Desgraciadamente estos adelantos socio económicos sólo se dan en algunas zonas, otras como los valles de Atlas siguen abandonadas a su suerte, es cierto que se han asfaltado algunas pistas y que la luz llega a algunas aldeas, maquillaje de muñecas para ojos poco sensibles. Las necesidades básicas, luz, agua y sanidad son una quimera en muchos de estos valles, mientras se invierte en autopistas de peaje para hacer más cómodo el acceso de turistas a los valles, sus habitantes se consumen en su propia existencia.
Conduzco los 550 kilómetros que separan la frontera, del Parque Nacional de Ifran pensando en todo esto, me parece increíble lo rápido que van por esta zona las cosas.
Los bosques de cedros son un paraíso natural, conduzco por pistas de tierra kilómetros y más kilómetros rodeado de estos milenarios árboles, algunos superan los 30 metros de altura y la belleza del paisaje es brutal. Me detengo junto a uno de estos cedros a contemplar el panorama, las ardillas y los monos campan a sus anchas y no tienen pudor en acercarse al viajero buscando su trofeo.
Atravieso el parque nacional de Ifran y visito el nacimiento del Oum R’bia. Las lluvias torrenciales han borrado literalmente la pista del mapa y tengo que buscar otras vías de paso para seguir con mi camino, esto es la tónica general en la montaña.
Accedo al Alto Atlas vía Beni Mellal, me llama mucho la atención comprobar la cantidad de coches con matrícula de Murcia que veo por la carretera, Beni Mellal es la huerta de Marruecos y sus habitantes emigran a trabajar a la huerta de Europa.
El Alto Atlas.
Azilal en plena montaña amazigh, es punto de partida de números rutas que se adentran en las montañas y valles más profundos e inaccesibles del Alto Atlas. Aquí puedes conseguir cualquier cosa que necesites. Se ve un contraste claro entre las tradiciones y la modernidad. Me detengo a tomar un té en uno de los bares que hay junto a la carretera y observo a mujeres cubiertas con sus trajes tradicionales y estudiantes que parecen maniquíes del Berska. En la mesa de al lado unos hombres vestidos con chilaba ojean algo en una tablet. En la carretera se mezclan sin control alguno, nuevos todoterreno con burros, peatones y gente en bicicleta.
Unos kilómetros más adelante veo una multitud en medio de la carretera, detengo la moto y observo que se trata de una manifestación, reivindican la situación de los profesores diplomados, parece que la educación en el Atlas padece los mismos problemas que en España. Me explican que el gobierno no atiende a sus razones y que la situación es ya insostenible. Como en España.
A unos 90 kilómetros de Azilal me encuentro con Damnate, se parece a la primera, sus calles están muy animadas, la gente va y viene sin control, el mercado de frutas y verduras se convierte en un laberinto de puestos de todo tipo, hasta aquí vienen los habitantes de los valles y aldeas cercanas y muy lejanas para adquirir alimentos que ellos por si mismos no pueden cosechar, buscan zanahorias, menta y otros productos.
Desde Damnate se accede a los Valles de Bou Goumez y Tassaout. En 2008 se asfaltó la pista que unía esta localidad con Ouarzazate y esto ha mejorado la comunicación con estos valles aislados durante siglos.
Llevo conduciendo todo el día por carreteras y pistas de alta montaña, algunas en condiciones aceptables para estos lugares, otras están tan deterioradas a causa de las lluvias torrenciales que provocan desprendimientos, preferiría que fuesen solo de tierra. El aceite que sueltan los viejos camiones y furgonetas se pega al asfalto y la película de barro cuando no charcos y agujeros aconsejan que la conducción sea prudente cuanto menos. Así es la carretera que une Damnate con Ouarzazate.
El Valle de Tassaout.
En el año 1030 un ejército arábigo-bereber parte de Senegal con la intención de islamizar la zona, son reclutados miles de nómadas que habitaban en la serranía de Ronda, en Málaga, Córdoba y Sevilla, una vez en el Atlas se convierten en desertores y se instalan en la zonas más altas de las montañas. Pasado un tiempo se desplazan buscando un clima más benigno y se instalan junto al cauce de un rio, y su valle, el río Tassaout.
He recorrido 1300 kilómetros en moto bajo una asquerosa lluvia para llegar a este valle, impresiona saber que una tribu que lleva aquí 1000 años pueda tener orígenes españoles, desde luego si sus ancestros habitaron y nacieron en Andalucía, nuestras realidades poco tienen que ver ahora.
Los Tassaouts son un pueblo oprimido dentro de su propio país, han sido repudiados por sus iguales por el hecho de ser distintos, utilizan su propio dialecto, no hablan el árabe ni mucho menos francés, son autosuficientes y han vivido según sus creencias, costumbres y tradiciones. Su aislamiento geográfico y social ha provocado una situación límite.
Accedo al valle por un camino de tierra, el estado del mismo es pésimo, además el rio estos días ha arrasado la pista y se han quedado incomunicadas la mayoría de aldeas en el valle. Ellos mismos con legones y palas arreglarán la pista para poder pasar, como siempre.
La mayoría de aldeas del valle carecen de los servicios mínimos, no hay luz ni agua potable y el frío con las nevadas invernales se hace insoportable.
En invierno los hombres se marchan a ciudades de la costa para trabajar como albañiles o en la hostelería, jornadas que nunca acaban por dinero que nunca llega, quedando las mujeres al cuidado de los más pequeños y los ancianos. La mayoría son niños que vagan alegremente por las huertas junto al río o en cualquier callejuela. A pesar de todo ello no son pobres, no les falta la comida ni la ropa, ni el cariño de sus familiares, es más, en ese aspecto y a pesar de tantas carencias son muy ricos en un plano esencial, su sonrisa siempre perenne, su alegría y su vitalidad rara vez la encontramos en nuestra tecnocrática sociedad. Les falta quizás todo lo demás, o no.
La primera aldea que me encuentro es Ibrane, un poco después llego a Ifolou, unos kilómetros más allá nos encontramos con Azarzane. En estas tres aldeas es donde Acción Geoda ha comenzado su plan de desarrollo en el valle de Tassaout. Estas aldeas se levantaron en la ladera de la montaña como todas las que pertenecen al valle. El rio Tassaout se abre paso entre eacarpadas montañas. Las casas se construyen con adobe, tierra y piedras que extraen de la misma montaña, las aldeas se mimetizan con su entorno hasta el punto de parecer invisibles. No existe el asfalto ni el hormigón, sus calles son de tierra. Las mujeres y niñas se encargan de lavar la ropa en el rio, recolectar los frutos de la huerta y el mantenimiento de las casas y los niños. Hasta este mismo día que soy testigo del nacimiento del agua potable en Azzarzane, niñas y mujeres caminan largas distancias para buscar agua con la que cocinar. Veo niñas que no superan los 5 años acarreando con pesadas garrafas llenas de agua. Parece increíble, cargan con más peso que el suyo propio.
Este valle parece anclado en el tiempo, el reloj se detuvo al principio de los recuerdos.
La compañía eléctrica realizó la infraestrutura necesaria para dotar de electricidad al valle pero dio en quiebras y se marchó sin más. Las autoridades y el gobierno se lavan las manos y los habitantes como siempre y como nunca pagan las consecuencias.
Gracias a Acción Geoda y su Proyecto Tassaout se ha conseguido llevar agua potable a la aldea de azarzam y pronto las obras comenzarán en Ibrane e Ifolou, en ésta última construyeron una casa comunal donde desde hace tres años tienen escolarizados a los más pequeños y este año han comenzado con las clases de alfabetización de las mujeres del valle. El tiempo que empleaban en andar largas distancias en busca de agua o leña ahora lo emplean en la escuela, aprenden árabe y francés básico, sin duda muy necesario para integrarse dentro de su propio país, con aquellos que les repudian por ser quienes son.
En la Gite’dtape de Ifolou que regenta magistralmente bien Hanini me encuentro con Jesús, María, Abdulah y Reduan, forman parte de Acción Geoda y me cuenta cual es la situación en el valle, me explica la ardua labor que allí desarrollan y la manera más efectiva de que el valle y sus habitantes prosperen. Verdaderamente lo que ha conseguido esta pequeña ONG en los cinco años que llevan en el valle es asombroso. Dos escuelas, la extracción, canalización y dotación de agua potable en los hogares de Azzarzane, dispensario médico, talleres de todo tipo y la reciente creación de Trekkings solidarios que ayudaran y generarán riqueza entre la población local, ya que son ellos mismos los que prestan los servicios integrales. Sin duda la mejor manera de involucrar a todos los pobladores del valle.
Jesús es presidente de aG, le brillan los ojos cuando habla de la gente del valle, ha conseguido unos días libres en su trabajo y se ha venido junto a María (responsable del proyecto agua) al Tessaout para instalar una bomba de agua, echa de menos a su hija y su mujer que se han quedado en Madrid, ellas también son socias de aG y conocen el valle. Aquí todo el mundo los quiere mucho, son conocidos y respetados, la población local los trata como a los suyos, en realidad lo son. Los he visto remangarse y ponerse el mono de faena, codo con codo con los amazings, reunirse con los ciudadanos de Ibrane para coordinar el comienzo de las obras. Entristecerse cuando el generador falló. Jugar y reírse con los niños y enseñarme con orgullo la casa comunal, las escuelas y el resto de proyectos en los que andan metidos.
Cuando ves de primera mano la pasión y el sentimiento que esta gente pone desinteresadamente por aportar su granito de arena para conseguir un mundo mejor, no puedo más que sentir gratitud y agradecimiento por estas personas.
En la Gite d’tape de Hanini se puede degustar unos fantásticos tajín de cordero, pero el de huevo es espectacular, aquí me he sentido como en casa y yo a casa siempre vuelvo.
Por la mañana nos levantamos en Ifolou con el sol, desayunamos y nos despedimos, los chicos de aG se marchan para Azzarzane para seguir trabajando y yo he de emprender el viaje de vuelta. Cargo mi escueto equipaje en la moto, antes reviso el aceite y engraso la cadena. Hanini me despide con un abrazo y cuatro besos, dice que me despide como a un amazigh, yo por segunda vez en este viaje me marcho entre lágrimas.
La gasolina es de pésima calidad, es extraño, nunca antes había tenido tantos problemas con el carburante, este año la cosecha no ha sido buena. Tengo que repostar en casas particulares que la venden en garrafas al doble de precio que en las gasolineras, es el precio que hay que pagar por traerla a estos remotos lugares. Cada vez que lleno el depósito me entra dolor de estómago.
Valle de BouGuemez
En este valle se respira tranquilidad, voy circulando despacio, las vistas son increíbles, estoy viviendo un sueño, recorrer estos valles en moto adquiere un significado especial, me detengo con todo aquel que me encuentro, todos saludan amablemente al motorista, no te asaltan como en otros lugares, si les hablas, te hablan, si los ignoras, te ignoran.
El valle de BouGuemez está situado en el Alto Atlas Central, a más de 2000 metros de altitud, las aldeas al igual que en el tassaouts se mimetizan con el entorno, las construcciones son similares y las costumbres casi idénticas, digamos los habitantes de estos valles son primos hermanos, pero cada uno es y representa una tribu distinta, a los ojos de un mortal casi parecen iguales pero a mi, que soy indio antes que vaquero este tipo de detalles son los que me hacen mirar con mis propios ojos. Si miro a un lado veo el M’Goum y si miro al otro ahí está el Waougoulzat y el Jbel Ghat. El valle está plagado de Ighrems, son graneros colectivos, hoy como antaño siguen utilizándolos y guardando cosechas y pertenencias en ellos.
En Agouti, hay un mercado muy entretenido y descanso allí un rato, aparco junto al parking de burros. Descanso tranquilamente viendo el transcurrir de los aldeanos inmersos en sus tareas, todos van a lo suyo, se muestran afables con el forastero, viajar solo y en moto les llama la atención, algunos me preguntan por el grupo, les digo que no existe grupo, voy solo, les sorprende, me miran pausadamente y me invitan a té, pero en ningún momento se me echan encima como en otros lugares del país, aquí la gente es distinta, es muy serena, parece feliz.
En Tabant se encuentra la escuela de alta montaña marroquí, en ella se forman los mejores guías de montaña del país. Son muchos los Treks que parten de Tabant, esto ha propiciado que se desarrolle una infraestructura hotelera y de servicios importante, a pesar de ello el Valle mantiene su alma intacta.
Las horas pasan encima de la moto, me duele todo el cuerpo, los días anteriores fueron duros pero las vistas que tengo delante calman cualquier dolencia, el viento es agradable, hace tiempo que voy viendo frente a mi, al Jbel Azouqui, una montaña sagrada, una montaña Amazing. Circulo por el Tizi-n-Tirguist a 2635 metros de altitud, el paisaje es espectacular, lunar, me quedaría aquí, junto a las nubes siempre. Detengo el motor, quiero escuchar a la montaña, el susurro es constante y el mensaje lo percibo claro.
Moyem Atlas
Estas tierras no son tan espectaculares como las dunas del desierto ni tan misteriosas como las cumbres del alto atlas, este es un lugar solitario y apartado, aquí no hay nada que ver, el turismo no tiene nada que vender aquí. Para mí era un misterio esta tierra, está en el mapa sí, pero aquí no se viene a nada. Siempre que ojeaba un mapa o pasaba franqueando estos lugares me preguntaba qué habría allí?, vivía gente?, de qué vivirán?.
Las vistas sin ser las de otros lugares son extremecedoras. Circulo por pistas de tierra que suben pequeños puertos y bajan a grandes planicies para después volver a subir otros puertos. Atravieso alguna pequeña población pero son escasas, las casas solitarias están esparcidas cada tanto, viven del pastoreo exclusivamente y su mayor virtud son sus gentes. Si los Tassaouts y los BouGuemez son tribus extraordinarias, aislados en aquellos profundos valles de tan difícil acceso los ha hecho muy particulares. Aquí la gente me ha sorprendido como en ningún otro lugar. He parado a charlar con ancianos que cuidaban su rebaño, con mujeres que me encontraba en cualquier lugar y con niños que montaban en burro, sus rostros reflejaban una inocencia incorrupta, no se muestran reacios a las fotos y me obsequiaron con su amabilidad y cantidades industriales de té a la menta. Una vida sencilla. Parece extraño pero cada paso que doy me confirma más, que no sé nada.
Con esta batidora de sensaciones me adentro en el Parque Nacional de Tazzeka, la altitud ha bajado a los 1800 metros y el verde vuelve a reinar en el mundo mágico de la montaña, voy acompañado por un rio que se retuerce entre las gargantas por las que circulo, hay niños a la orilla del camino que venden unos frutos rojos que que ofrece el bosque en el que estamos, me detengo junto a un niño y le compro unas de estas frutas, están riquísimas, el niño lleva una sucia camisita del Barsa con el dorsal y nombre de Xabi, sonríe y se marcha en busca de otro turista curioso como yo.
La cara oeste es auténtica, la cara norte está masificada por el turismos local, son muchos los marroquíes que vienen aquí a disfrutar de la naturaleza, se hacen fotos en cada rincón, más que marroquíes parecen chinos, las áreas recreativas se suceden y la acampada libre, que es legal, es la práctica habitual.
La carretera es muy entretenida, desciendo un larguísimo puerto, habitual en el Tour du Macoc, me aleja definitivamente del Atlas. Esta es la tercera vez en este viaje que me marcho entre lágrimas.
He cumplido todos mis objetivos y el viaje toca su fín. De Taza a Nador tengo 190km, los llamo de la basura, pero recorrerlos de noche es una temeridad, la carretera es muy mala y el conductor que viene por el otro carril nunca se aparta, y nunca utiliza la puta luz de cruce. No puedo relajarme un instante, se que me la juego y estoy tan cerca de casa que quiero llegar y abrazar a Ana y a mi gente.
Decido tomar el último té moruno en último bar inmundo, en el tiempo de pedirlo algún hijo de Satán me sustrae el trípode de la moto, Nador es un asco, gris, denso, oscuro y sucio. Por suerte existen pocos lugares así.
El té en la chabola de Azifh, los ojos negros de aquella niña de Azarzam, el Fiat rojo que me mostró el buen camino bajo aquel diluvio universal, el abrazo de Abdú, aquel viejo Cedro, la ropa sucia de aquellos hermanos, aquella cumbre bajo la niebla y el móvil de Khnifra, el agua potable, la mirada de aquella mujer y un indio antes que un vaquero, los kilómetros de pistas y Acción Geoda, los hijos de Hanini, una boda berebere y muchas otras historías, incluso, yo mismo y a mi mismo.
Momoenmoto.